Aceptar
un trabajo solamente por contar con un ingreso para cubrir las necesidades básicas de
la familia de la cual eres responsable; no es reprochable ni mucho menos criticable;
en la mayoría de los casos es muy raro trabajar en algo que a uno le guste.
Ahora bien, pueden suceder tres cosas: la primera que sigas así y te conformes;
la segunda que renuncies en pos de tus sueños y otra que profundices en la organización
y te des cuenta que puedes unir tu futuro con el de ella; que tiene un valor
que se identifica contigo y que vale la pena crecer con ella.
Han
sido 20 años de una relación de emociones encontradas que me ayudaron a crecer como profesional; di lo
mejor de mí para que se mantuviera 29 años activa. Excelentes momentos
de prosperidad donde no faltaron los amigos y las loas por el deber cumplido; éxitos –regionales, nacionales e
internacionales- que en su momento sirvieron a los responsables de turno para
satisfacer el ego y hacer la diferencia con otros. Hubo tiempos de desdicha y
adversidad donde ya no habían tantos amigos y los líderes se sintieron solos;
hasta que se dieron cuenta que había una constante: Los Trabajadores, esos que
por una u otra razón estaban allí, asumiendo con gallardía el reto y con los
brazos llenos de fuerza, optimismo y disposición para seguir adelante y acompañarlos a resurgir.
Y
en conclusión eso haré… escarbar, sacar de las cenizas lo material que no se quemó,
agua, jabón, nuevas ideas, mas sonrisas, y mucha energía positiva.
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